He visto las lineas de la Vida nítidas como los meridianos
ficticios de la Tierra. Entre la oscuridad casi total de lo real como
negativos de una foto, las fuerzas de la gravedad, el magnetismo de los
polos, la fuerza vital de cada una de las células microscópicas que
componen el Todo, se me han revelado a los ojos como bancos de
minúsculos pececillos tintineando en su fulgurante brillo de vida sobre
el oscuro manto infinito de la muerte. Caras de la misma moneda…dos
fuerzas contrapuestas forzadas a coexistir en el mismo campo
gravitatorio dimensional. Vida y muerte, amor y odio, luces y sombras.
Nada lo uno sin lo otro.
Las personas como yo no tenemos futuro. Sin la mas mínima intención en
atesorar riquezas ni amasar fortunas. En un mundo cada vez mas
programado, calculado y cuadriculado, los pocos “locos” que soñamos con
un mundo mejor somos una insignificante minoría frente a millones y
millones de escuadrones de cuerpos sin cabeza ni corazón, marchando al
unísono sin ningún tipo de remordimiento ni inquietud hacia el abismo
del desatino, siguiendo a pies juntillas al dictador “lavacerebros” de
turno disfrazado y maquillado al estilo Hollywood.
Pero el hecho
de ser minoría no nos implica debilidad, al contrario, como fuerzas
contrapuestas que somos, la misma contrariedad con el bando opuesto nos
implica mayor veracidad, ya que como dice el dicho “no es la cantidad
sino la calidad”…
Somos el “resto”, el grano de arroz que escapa
de la cazuela al ser cocinado, el pez que salta de la red justo en el
preciso momento de su captura y a pesar de toda la inmensa maquinaria
construida clamando por triturar nuestra mas pura esencia, existimos y,
en contra de todo lo establecido, SOBREVIVIMOS. Y son estas escasas,
pero inmensas victorias contra todo pronóstico, soplos de aire fresco
entre tanta basura mediatizada, las que me recuerdan que a pesar de la
aplastante lógica mundana, aún merece la pena luchar por AMOR.
Ya que el verdadero amor no tiene explicación, ni sentido, no depende de las subidas o bajadas de los valores en bolsa, no responde a ningún patrón ni lógica conocida. El amor verdadero es salvaje como la propia naturaleza, hermoso, puro, gracioso, lleno de luz, color y calor. Esta en la sonrisa del niño y en la de los delfines. Es la banda sonora de la vida. Es la vida y la muerte y la Vida. Es principio y el fin de todas las cosas.
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